domingo, 11 de septiembre de 2011

La aparición americana de Pilinszky

János Pilinszky: Postal Americano

(fragmentos seleccionados por el traductor)

La gran sorpresa, el gran estupor: Nueva York. ¿Es bello o feo? ¿Atractivo o espantoso? Sigo sin saberlo. Su realidad es una realidad de mil voltios y un sueño potenciado mil veces. (…)

Por autopistas elevadas en pilares enormes penetramos en su corazón, que en principio es rojo oscuro como la sangre bovina coagulada o el aspecto de un matadero moribundo. (…) Luego sin transición alguna vienen los rascacielos con cuerpos de tiburón y cuerpos de foca; recibiendo el sol en solitario aún estando en grupo, el milagro cualitativo de la cantidad, cuando lo artificial vuelve a impresionar con la fuerza cautivadora de la naturaleza. ¡No hay coloso más frágil que el rascacielo! Pero andando por la calle, desde el suelo, su influencia es más sorprendente aún. En sus sombras hasta la avenida más ancha se vuelve frágil e íntima, como la calleja de una ciudad de provincias, solo que cien veces más impasible y mil veces más tensa.

Manhattan, el casco multimillonario tiene un plano completamente regular. Esto en cualquier otro lugar hubiera tenido un efecto aburrido. Solamente aquí no. Estos “cuadros” (avenidas y calles numeradas) están tan saturadas como los círculos de Dante. Como si la “geometría pura” fuera la única posible forma de expresar la insuperable tensión y contradicción. (…)

(..) Nueva York, estea potencia fin-de-milenio de la realidad que ya estaba presente simultáneamente en la Biblia en Babilonia y en Roma.

(lo que viene: en el avión - comentario del trad.)

(…) Los asientos están cubiertos por tales fundas rosas con flores, que entre nosotros quizás ni les gustarían a los niños. ¿De donde vienen pues esos colores chillones de helado, alienados de todo? ¿Estas flores inmateriales? Así como los ingleses han conseguido encontrar el estilo de las cosas, desde los libros hasta los coches, en la misma medida han fracasado todos los intentos de los americanos. En sus dimensiones, y quizás justamente por ser tan domados, hasta la materia natural parece plástico, y todos los colores y formas parecen artificiales.

Alguien dijo que para poder percibir la realidad americana, tengo que conocer el arte de Hopper, y con eso me daba un álbum gordo del pintor. Pues tenía razón; Hopper resultaba ser un guía fiel durante todo mi viaje. Me ayudaba a ver más netamente lo que se me presentaba. Lo más conspicuo en sus lienzos es la alienación, ese tipo de soledad que en Europa solo se puede comparar con la “soledad sueca”. Sin embargo mientras la última es sumamente reservada, la “soledad americana” es “colorada” de manera estrepitosa. Como solo un enfermo de migraña puede sufrir del mundo: colores de migraña y formas de migraña elaboradas dolorosamente, es lo que caracteriza el realismo de Hopper.

La radiante franqueza y naturalidad de la juventud americana es un contrapunto sorprendente en este ambiente. ¿Habrían estado igual de bellos y naturales en su juventud los hombres y mujeres pintados por Hopper?

(…)

Publicado originalmente en la revista “Új Ember”, el 6 de julio 1975.

Pilinszky ha estado en Nueva York y Boston 3 de abril - 1 de mayo 1975

Traducción: KK

Revisado por: OSR - muchísimas gracias!

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